martes, 6 de agosto de 2013

Cuento del amo de casa

CUENTO DEL AMO DE  CASA  (versión recopilada de materiales para coeducar, edt Santillana)

Hace muchos, muchos años la mayoría de las mujeres eran amas de casa: barrían, fregaban, lavaban. Cuidaban a los niños/as, los animales domésticos, hacían las camas, cocinaban para toda la familia. En cambio, los hombres salían de casa para ganar dinero trabajaban en distintos oficios: médicos, pescadores, pastores, leñadores.
        Pues bien en esa época vivía con su mujer y sus tres hijos/as, un hombre muy bueno, pero muy protestón.
El hombre se llamaba Rafael y era pescador, su mujer Juana, era ama  de casa.
Un día llegó Rafael, se sentó en la mesa para cenar y empezó a protestar  que si el pollo estaba malo, que si no hay quien se lo coma, gritó y le dijo a su mujer:
-Llévatelo y tíralo a la basura.
Ella contestó y le dijo a Rafael que el pollo estaba muy bueno, él ni siquiera lo había aprobado.
-¿Qué lo pruebe? llévatelo  y también la ensalada  que  tiene un litro de vinagre.
Juana  que se estaba acostumbrando al mal genio de su marido, se sentó a cenar  y le dijo a sus hijos:
-No os preocupéis, vuestro padre está cansado y habrá tenido un mal día, no os preocupéis.
Juana esperó hasta que llegó su marido del trabajo al día siguiente y le propuso un cambio
-Rafael ¿qué te parece si mañana cambiamos nuestras faenas? yo me iré a pescar y tú te quedarás al cuidado de la casa y de nuestros hijos/as, así harás  las cosas a tu gusto.
-¡De acuerdo! pensando Rafael que se iba a tomar por fin un día de descanso.
Al día siguiente, Juana se fue a pescar, al principio los demás pescadores se quedaron asombrados pero pronto la aceptaron con agrado, porque supo hacer muy bien su trabajo.
Rafael  se levantó  tarde  y corrió a despertar s sus dos hijos mayores, que tenían que ir al colegio.
¡Vamos fuera de la cama!  En la cocina tenéis leche y pan para desayunar, los niños no estaban acostumbrados a prepararse el desayuno, así que derramaron todo, les dio una manzana a cada uno  y corrieron para el colegio.
Rafael se quedó en casa tranquilo y respiró, porque la más pequeña aún dormía, así que en 5 minutos prepararía la casa y haría una exquisita comida él solito.
Rafael salió al jardín, soltó al perro, sin saber que su mujer primero le daba de comer y después lo dejaba suelto. El perro que estaba muerto de hambre corrió a la cocina y se puso a rebuscar dentro en la despensa y allí se quedó.
En esto Rafael oyó llorar a su hija, subió corriendo  a sacarla de la cuna, el hombre se quedó de una pieza al encontrar  al gato que  estaba escondido bajo las sábanas de la cuna, el pobre animal, al ver al perro en la casa, huyó.
El amo de casa, con la niña en brazos y  las sábanas a cuesta bajó al lavadero y dejó en remojo la ropa sucia, pero por más que buscó el jabón no lo encontró.
Paciencia, tengo tiempo, se decía, ahora voy a ir a la despensa a  reponer fuerzas pero... cuando abrió la puerta  se encontró al perro que se había comido, el jamón, el chorizo.
Cuando vio aquello empezaron a aflojársele las piernas, el perro se había comido el conejo  que tenía Juana preparado para que su marido lo cocinara.
Deseó darle un escarmiento al perro.
Trató de tranquilizarse y pensó en hacer una ensalada con huevos duros, lechuga y tomate.
¡Ah la niña!, se acordó que  la había dejado gateando, fue a buscarla y contempló un espectáculo, la niña era una croqueta rebozada en barro.
El bueno de Rafael la lavó y se la llevó a la tienda a  comprar el jabón para lavar la ropa. Las horas volaban y los niños estaban a punto de llegar.
Cuando regresó a su casa, un olor asqueroso salía de la cocina, los huevos habían salido despedidos  y uno se estrelló junto en el reloj de la cocina, otro en la pared, el tercero alcanzó un bote de  aceite y el otro había explotado en el suelo.
Antes de lo previsto Juana volvió de pescar, con el cesto lleno de boquerones  y pensaba como le habría ido el día a su marido.
Juana se encontró la puerta abierta, entró en la cocina y no pudo evitar una carcajada al ver a su marido  en el suelo con la niña y el perro.
Juana, estoy molido, y cuando vio la cara de su mujer se echo a reír también.
Los dos se pusieron a  limpiar y ordenar la casa, él puso la mesa y la madre  frió unos boquerones.
Comieron tranquilamente y Rafael  repetía lo bueno que estaban los boquerones, así fue perdiendo la costumbre de protestar y Juana por su parte, acompañaba a su marido al mar de vez en cuando.

Este cuento lo trabajé con mi alumnado de 5 años de hace un par de cursos y las actividades que realizamos fueros las siguientes:
1) Hablar de quien realiza las tareas en casa (En todos los casos eran las madres casi en exclusiva, hay pocos padres que colaboraban, les costaba entender que la realización de tareas de casa no es en exclusiva de las mujeres pese que ya habíamos tratado varias veces el tema en clase).
2) Lectura del cuento.
3) Debate sobre el cuento a través de diversas preguntas comprensivas y valorativas.
   Se volvió a incidir en que debemos colaborar todos en las tareas domésticas.
4) Dramatización del cuento por parte de algunos alumnos/as.
5) Cada niño/a realizó un dibujo sobre el cuento.





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